Cementerios antiguos y modernos. Europeos, americanos, africanos… Todos ellos ocultan la podredumbre como destino, todos ofrecen el recordatorio de quienes estuvieron para que los vivos puedan consolarse con un olvido reconvertido en ornato.
La religión parece darles forma aunque no sea así, aunque sea el inaprehensible espíritu quien moldee sus superficies acuñadas en tan variadas formas.
El ángel vigila que la pasión nunca deje de actuar en vivos y muertos. No hace nada, no dice. Mira.
Veo cierta inquietud en tu prosa/poesía sobre lo inquietud de los cementerios: unos lugares que yo, cuando me topo con ellos, no suelo despreciar. Me interno en su calles, paseo son 'inquietud' y admiro la paz, también lo ponzoñoso del ambiente.
ResponderEliminarUn abrazo,
[Tengo abandonado tu 'blog'. Creía que no escribías nada. No obstante, poco, poco. Bueno, como todos].
Me alegra mucho que vuelvas a él, querido amigo Blas. Y también que tengamos en común esos paseos por los cementerios. Muchas gracias y un abrazo.
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