La vida turca en
Estambul parece sinuosa como sus antiguas calles y las curvas que los otomanos
aparentaron amar. La inmensa ciudad de los mares es un escaparate de presencias
sublimes que esconde muchos rincones que hay que buscar aunque su evidencia
salta a la vista cuando se es curioso, se permanece atento y se acepta la
realidad. De esa forma aparece en la ciudad, como si existieran fragmentos de
un rompecabezas que solo los habitantes de la ciudad saben que no lo es, una
complejidad sublime y llevadera que se superpone con su autenticidad a lo
sublime que se ofrece con evidencia al visitante ocasional.
En esas condiciones se
puede descubrir, tras asistir a la oración islámica en la “Pequeña Santa
Sofía”, el barrio de antiguas casas de madera que es la puerta de los
pescadores de Kumkapi. O se puede acceder, tras recorrer el verdadero bazar
popular que rodea al muy hermoso y quizá falsificado Gran Bazar, a la
universidad y la importante avenida “Fevzi Pasa Caddesi”, plagada de tiendas de
moda turca, y continuando por ella tener la oportunidad de ver que las mujeres
allí hacen deporte vestidas de una forma nada deportiva. O se puede recorrer un
barrio tradicional cercano al Cuerno de Oro en el que un panadero ofrece sus
exquisitos productos y la visión de su trabajo al paseante que le pide una
fotografía y ante el que posa junto a su hijo con una inocencia que parece de
otra época. O se puede descubrir un antiguo edificio bancario reconvertido en
extraordinario centro cultural que se asoma a un barrio que necesita una urgente
reconversión aunque no sea deseable una gran transformación. O…
Con un poco de ganas se puede imaginar, gracias
a las múltiples y sinuosas facetas de una ciudad fuera de lo común como es
Estambul, que casi todo es posible y que la convivencia de cualquier faceta con
las demás es un camino deseable y deseado que conduce a la buena vida en lugar
de a la acostumbrada desigualdad y el habitual abandono de lo mejor por lo simplemente
cuantificable, que es la firma del momento actual en casi todos los lugares del
mundo.
Mi estimado Tras: viajero que nos regalas unas fotos preciosas y unos textos que muchas veces nos haces pensar y otras desear poder estar en esos lugares. Mi hija mayor, como ya te comenté, es asidua a visitar todos los años Estambul y en ésta ocasión para mi cumple me ha traido unos dulces turcos,ummmmm muy ricos con pistachos....gracias por ese paseo. Un besito
ResponderEliminarTengo cinco granadas, aquí en el huerto, madurando. No sé si alcanzarán el maravilloso color de las de la foto de arriba. Un abrazo.
ResponderEliminarSí, Agueda, es bueno que el deseo siga moviendo un poco el mundo. Esos dulces turcos (supongo que baklava) son extraordinarios.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Pablo, pasear por Estambul y poder tomar un zumo de granada recién exprimido por la calle es un aexperiencia fascinante. Yo nunca había visto granadas con ese color tan profundo.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Un paseo muy agradable, sorprendente e incluso apetitoso. Saludos. Mercedes.
ResponderEliminarMe alegra mucho lo que dices, Mercedes. Entre otras cosas, es agradable, sorprendente y apaetitsos pasear por allí e ir recorriendo los múltiples barrios.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Estambul es una de mis favoritas. Gracias por recordarmelo con tus palabras evocadoras y estas imagenes insuperables.
ResponderEliminarUn abrazo
Siempre que te leo me haces imaginar tu viaje con tus evocadoras palabras. Tus fotos cuentan historias por sí solas.Me alegra que hayas disfrutado del viaje y que luego nos lo hagas disfrutar a nosotros, lo haces muy bien.
ResponderEliminarUn saludo tras
Sí, Igoa, Estambul es una de las ciudades más multifacéticas y de más impacto que he conocido.
ResponderEliminarGraacias y saludos.
Aurora, me alegra mucho que tu sensibilidad se vea tocada por lo que propongo y el relato de mi viaje y que participes de las historias que cuentan las fotografías. Es un placer poder compartirlas.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Magnifico reportaje, como siempre.
ResponderEliminarMe ha llamado la atención la foto del estadio con lo que parece ser una mujer en la pista de atletismo.
Estambul, salvando las distancias, se me ocurre que podríamos compararla con Granada, convivencia de tantas culturas...
Saludos
Inma, es verdad que Granada es única como lo es Estambul, aunque de maneras diferentes. El impacto de Estambul cuando empiezas a conocerla es algo que marca profundamente, incluso con sus tremendas contradicciones que son pura vida.
ResponderEliminarMe alegra mucho que lo hayas disfrutado.
Gracias y saludos.