La incipiente niebla acallaba la inquietud de quien, corazón en mano, se había asomado a la terraza del artefacto que cobijaba un museo que ningún visitante parecía asumir, que él mismo solo era capaz de rozar como si fuera cuerpo palpable y querido, deseo siempre insatisfecho de amor que no llega.
A la derecha, el rojo del puente le susurraba que su corazón mantenía la posibilidad de ser un depósito de querencias por llenar. Y se preguntaba con inquietud cuándo terminaría esa sensación que producía dolor y hacía que la belleza se ausentara de su vida. Había emprendido este viaje con ella, con la inquietud atenazante de hablar con Lucía, de proponerle ser lo que ella soñaba acompañada por él, por el hombre del corazón en la mano que perseguía, solitario, la belleza tan anhelada y nunca aferrada.
Tenía que elegir entre ser como el muro fundente del edificio que ahora lo acogía y no le permitía respirar, o como el agua encauzada que, tranquila, servía para el reflejo del monstruo embellecido por su forma de estar en el mundo.
Poco a poco se acercó la respuesta con la niebla, ella la arrastró hasta su corazón con la levedad y la tersura de quien conoce a su amado y lo sabe respetar desde una infinita cercanía.
Al final siempre llega la respuesta....
ResponderEliminarSaludos
Mark, una respuesta neblinosa que el protagonista tendrá que enfrentar, como hace el Museo Guggenheim con la niebla.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Hola Tras:
ResponderEliminarDicen los entendidos en el arte de decir que una imagen vale por mil palabras.
No creo que una imagen necesite ni una ni mil palabras ni para describirla ni para interpretarla porque la imagen habla por si misma en el idioma de las imágenes que es de uso universal y entendimiento libre y sin censura por la justicia de la causa que la inteligencia defiende y la sensibilidad ampara por ser hija putativa del tácito matrimonio de los descendientes de los hijos de los hijos de los de la Torre de Babel que aprendieron a tomar fotografías que hablaran solas.
Y tampoco ni una o mil palabras necesitan de una imagen para describir ni interpretar lo que buenamente está pasando como un huracán en nuestros cerebros desbordados por decir lo que nadie a pedido escuchar pero se sientan cómodamente a leer sin pintura ni foto ni imagen que distraiga o desvíe de la mágica senda a la que el inspirado o espabilado escritor se ha propuesto llevaros.
Complacido por la imagen y las mil palabras que hacen una bonita pareja, me despido de ti con un abrazo y felicitación por tu siempre desbordante creatividad.
Saludos.
Pensador, qué alegría verte por aquí. Ya re echaba de menos.
ResponderEliminarMe encanta que no elijas entre una imagen y mil palabras. Ambas opciones pueden ir en paralelo o no, ambas tienen valor en sí mismas, como tan bien desarrollas.
Me reconforta que aprecies de esa forma lo que ofrezco.
Gracias y saludos.
Tras: para mí las imágenes y las palabras se complementan. Maravilloso post. Un beso
ResponderEliminarAgueda, me alegra mucho que las veas como complementarias, yo también creo que es así.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Tratas con mucha delicadeza la imagen.
ResponderEliminarTus bellas palabras denotan ese amor que sientes por el arte.
Yo pienso que imagen y palabra, si son tratadas con el debido respeto, se unen y comulgan, enriqueciéndose mutuamente.
Un saludo Alfonso
Gracias, Aurora, por encontrar belleza en lo que propongo y enriquecerlo, como se enriquecen mutuamente palabra e imagen.
ResponderEliminarGracias de nuevo y saludos.
Sin duda la imagen tiene fuerza. Pero me alegro que te sonsaque esta frase: "deseo siempre 'insatisfecho' de amor que no llega".
ResponderEliminarAbrazossss.
Blas, con la sonrisa que me has arrancado te doy las gracias y te saludo.
ResponderEliminarLa niebla urbana me produce ansiedad, al contrario que la que se da en ambientes naturales, que me arropa y acoge. Yo nunca hubiera encontrado la respuesta hasta levantarse la niebla.
ResponderEliminarSí, Carlos, esa diferencia de sentires entre ambientes naturales y urbanos es muy comprensible, pero también te puede sorprender con una respuesta la niebla urbana.
ResponderEliminarGracias y saludos.