Un arlequín de Picasso
y un Cristo de Van der Weyden se miran sin verse como si se conocieran, como si
la alegría y la tristeza fueran un solo sentimiento, como si el humano fuera
inventado y sus símbolos fueran la única realidad palpable.
El amor se trasluce en
esas miradas tan distantes y cercanas. La experiencia del pobrecito paseante
del museo, a quien le gustaría ser además de existir, es la del amante
despreciado por el amor que otros poseen y realizan. La experiencia estética
puede ser apabullante o mísera. Ante las miradas que nos legan unos artistas
tan dotados como aquel flamenco adoptado en Iberia y ese otro íbero adoptado en
la Galia, el paseante no tiene otra opción que moverse entre el estupor y la
conciencia gloriosa de que nada es y todo parece.
***
Algo ha ocurrido en la
galería principal del museo del Prado. En su centro, en el camino que lleva
hasta la obra de Goya, entre colores y formas dispuestos por Tintoretto,
Tiziano, Van Dyck o Rubens, han aparecido las formas nuevas que no lo son tanto
y los colores contenidos de la obra de Picasso. El contraste y la continuidad
de su obra con la que la precedió es una experiencia abrumadora, tremenda,
sísmica.
El gran revolucionario
del arte se mide ahora en directo con sus predecesores del mundo entero, como
nunca dejó de hacer en vida. Y la suma de contraste y continuidad que se puede
apreciar empequeñece y engrandece misteriosamente la obra del genio del siglo
XX. Parecería que él hubiera querido superar todo aquello que se hizo antes que
su obra, pero su presencia frente al arte que le precedió muestra y demuestra
que solo fue su díscolo heredero.
En cualquier caso,
pasear por la gran galería del Prado en estos meses, tras haberse enfrentado a
los colores sugerentes y planas construcciones de Van der Weyden, se ha
convertido en una pregunta que se hace respuesta. ¿Puede el arte contener el
mundo, originarse a sí mismo y dar cabida a lo que no tiene nombre, a lo que la
lengua no aquilata, ofrecer la visión de lo posible y no detenerse ante el misterio
que el pasado siempre plantea y que la muerte no respeta?
Un paseo casi
imprescindible para cualquiera que sencillamente desee.
Esta muestra sobre Picasso, que entiendo será temporal, un motivo más para acercarse uno al museo.
ResponderEliminarTomada nota.
Un abrazo.
Sí, Blas, una ocasión auténticamente especial en la que la obra del maestro del siglo XX se enfrenta o se complementa con la de sus antepasados para deleite del visitante.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Luces y sombras dan vida a eso que llaman pincelada y que va del alma a la pupila..
ResponderEliminarMi abraz✴ de luz ...
Excelente combinación, e interpretación !
ResponderEliminarSaludos
Athenea, las luces y las sombras iluminan y protegen muestras vidas. El sñimbolo de todo ello es el arte.
ResponderEliminarGracias y saludos.
No hay palabras que definan la emoción que me sobrecoge al contemplar la maestría de las obras de estos prodigios de la brocha, que sólo me queda comentar tras una particular atención y un esfuerzo por ver lo que no se ve pero me parece entrever... lo que me quieren decir las manos del Cristo así como del Arlequín, en tan sutil y exquisita postura, como en un descuido cualquiera, en un instante cualquiera, abandonados y capturados en el tiempo por la mano del artista, perennizando una enigmática y ambigua delicadeza femenina, que me hace perder la claridad y me atolondra el entendimiento.
ResponderEliminarSaludos, Tras.
Mark, gracias por apreciarlo.
ResponderEliminarGracias de nuevo y saludos.
Pensador, veo con alegría que sí hay palabras, que tú eres capaz de utilizarlas y, sobre todo, eres capaz de usar tu sensibilidad hasta llegar a ese atolondramiento tan positivo.
ResponderEliminarGraacias y saludos.
Independiente: tras unos días de hospitales, vengo a comentarte...es maravilloso poder acudir a cualquier museo de cualquier ciudad y apreciar la belleza del arte que contienen sus galerías...te diré un secreto, personalmente no me gusta mucho Picasso. Un beso
ResponderEliminarAlfonso, es siempre para mí un placer leerte, y pasear entre tus líneas por toda esa sensibilidad y apreciación que tienes por el arte.
ResponderEliminarUn saludo
Agueda, espero que estés recuperada y que eso te permita de nuevo intentar sentir la obra de Picasso como él nos la ofrece, con una frescura y descaro inigualables.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Aurora, y para mí es una alegría recibirte aquí y poder compartir contigo tu sensibilidad y la mía.
ResponderEliminarGracias y saludos.