Por muy hermoso que pueda ser un atardecer en Praga, en el Río de la Plata o en el Sahara, el amanecer nos espera como una puerta abierta a cualquier posibilidad que podamos inventar, sirviéndole de alternativa. Su belleza se encuentra en su potencialidad luminosa y en el ofrecimiento que nos hace de seguir caminando, incluso aunque solo sea en círculo. Y nuestro deseo de luz no se produce para que quede iluminado algo que pertenece al pasado, como en la imagen hoy irrepetible, que ha sido aniquilado cumpliendo el afán destructivo que caracteriza hoy las sociedades humanas y que pretende sustituir el afán de renovación que caracteriza nuestros mejores momentos. ¿Cómo diferenciar la aurora del ocaso? Solo podemos hacerlo gracias a nuestra disposición a vivir o a descansar, a olvidar, a recordar y a renovar la vida en su constante cambio y en su permanencia inestable, la que proporciona esos momentos de felicidad que dan sentido al recorrido circular
Color hay, pero con sabor a muerto. Un abrazo, 'tras...'.
ResponderEliminarLa muerte parece estar en lo pasado pero nos espera en el futuro, amigo Blas.
ResponderEliminarGracias y saludos.
mMe quedo con la sonrisa de ese apostol primero: la ESPERANZA!
ResponderEliminarSaludos
Sí, Igoa, esa sonrisa casi eterna parece decirnos que la vida sigue.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Lo asociamos a muertos por nuestro sentir ante la muerte y la imagen de sepultura, sin embargo estas figuras respiran vida. Con libros, instrumentos de músico, cenas...no falta mas que lo otro y puede que entre animales y hojarascas se esconda alguno. Hasta un ventanuco hay para que respire la pared.
ResponderEliminarSí, amigo Carlos, la vida respira por los entresijos de tanta piedra que parece vencer al tiempo mientras lo soporta.
ResponderEliminarGracias y saludos.