El jefe se le quedaba mirando, su mirada cambiaba, se volvía directa pero parecía no mirarle, estaba escrutando algo en su interior. No era la primera vez, el diálogo se cortaba en esos momentos y el vacío producido por la falta de mirada generaba una especie de globo de incomunicación insoportable para quien estaba ante el jefe. Ricardo, el jefe, tenía el síndrome de McFarlain. ¿Y quién se ocupaba de que Enrique, el empleado, tuviera el síndrome de Inhibición Alternativa, el que no le permitía atender cualquier cosa que no hubiera sido planteada por su mente antes de que se le comunicara? *** Desde que hace décadas, allá por los años treinta del presente siglo, fueron catalogadas, y reunidas en el BADAGUA (Banco de Datos Genético Universal Autogenerativo), casi todas las personalidades posibles de quienes nacen en cualquier parte del mundo; desde entonces, todo está bajo control y ningún proceso de comunicación entre humanos impide la productividad continua gracias a la CUS