Entre estas dos imágenes de la misma escultura solo existe la diferencia de que el fotógrafo (el que suscribe) se ha desplazado a su alrededor un octavo de circunferencia. No quiero entrar aquí en si la escultura gusta o no, pueda ser considerada arte o no y otras consideraciones posibles, sino que quiero poner el acento en la genialidad del artista (Jean Tinguely) al ofrecernos, en una pequeña obra realizada con escasos elementos, la plasmación de la apariencia y la variedad de lo que solemos llamar realidad; unas posibilidades que las fotografías, realizadas con un intervalo de unos pocos segundos entre sí, quieren mostrar. Quedarnos con una única versión de percepciones, sensaciones o pensamientos puede resultar empobrecedor; solo un pequeño esfuerzo, como el de desplazarse menos de un metro, puede enriquecer nuestras vidas, puede despertar la imaginación, aparentar que existe respuesta a una pregunta y provocar la llegada de nuevas preguntas que abren el transcurrir d