El conocimiento de la Historia nos provee de posibilidades que casi se hacen necesarias para seguir construyendo un presente que sea futuro para los humanos y el resto de criaturas animadas e inanimadas que constituimos el mundo. Somos todo lo que fuimos. Sí, somos todo lo que fuimos. ¿Deseo ser un antiguo egipcio? Esclavo, no. Artesano, sí. ¿Deseo ser el asesino Caín? Sí, por demasiado humano. No, por el sufrimiento infringido a los demás y a sí mismo. ¿Y ser el manso Abel? No, por falta de iniciativa. Sí, por aspirar al amor. ¿Deseo ser una niña mauritana que sufre el “leblouh” (engorde desde la pubertad hasta la juventud para ser deseada como esposa)? No, por la falta de elección y por el sufrimiento. Sí, por la posición social ocupada en la madurez. ¿Deseo ser nazi? No, pero no hay que olvidar nunca que lo fuimos. ¿Deseo ser Napoleón? No, por la tiranía y la violencia ejercidas. Sí, por extender las ideas de la democracia por toda Europa. ¿Deseo ser un griego anti