Cinco años no es ni
mucho ni poco tiempo. En la infancia, tan corta e intensa, puede ser un gran
período. En la juventud, tan apasionada e inaferrable, puede ser un intenso
período. En la madurez, tan alargada e indescriptible, puede ser un soplo. En
la vejez, tan pausada e indefinible, puede ser toda una vida.
¿Y en la historia del
mundo? Hay momentos en que solo cinco años pueden equivaler, por su intensidad,
a lo que otros momentos necesitan décadas para poder dejar huella. Un solo
ejemplo, terrible, bastará para constatar lo que comento: los cinco años
atroces transcurridos entre 1940 y 1945.
Pero no quiero
centrarme en atrocidades sino en cambios que han marcado nuestra historia, tan
intensos como el citado pero nada destructivos, más bien todo lo contrario.
Entre 1905 y 1910 se
producen en el arte, o los artistas generan en esos años, un cúmulo de
novedades creativas que parece inasumible, tanto como para haber marcado
durante décadas buena parte de lo que el arte posterior nos ha ofrecido, tanto
que aquí no podré agotar las propuestas que nacen y se dan a conocer en ese
lustro glorioso o intratable.
En 1905 se da a conocer
en París el movimiento fauvista en pintura, que consiguió recrear la autonomía
del color en el arte siguiendo la estela de Matisse, y se crea el grupo Die
Brücke (El Puente) en Alemania, germen del movimiento expresionista.
Ese mismo año se
publica Cantos de Vida y Esperanza, de Rubén Darío, mientras Claude Debussy
termina la composición del poema sinfónico El Mar, que deja una estela de nueva
creatividad abierta al futuro de la música. Y se estrena, con gran escándalo,
la ópera Salomé, de Richard Strauss.
También en ese año
fundamental el gran fotógrafo Alfred Stieglitz abre en Nueva York una galería
de arte que posteriormente sería denominada Galería 291, y que posibilitó el
inicio de la consideración de la fotografía como arte.
En los años que estoy
glosando se desarrolló el Nickelodeon, el teatro de cinco centavos (un níquel)
para proyección de películas que comenzó en 1905 en Pittsburg y que se extendió
por todo Estados Unidos hasta atraer a veinticinco millones de personas en
1910, iniciando de esa forma la conversión del cine en el fenómeno de masas que
llegaría a ser.
Los mismos cinco años
en los que Gustav Mahler compuso sus octava, novena y décima sinfonías, además
de la inclasificable y poética obra, por muchos motivos, La Canción de la
Tierra.
En 1906 muere Paul
Cézanne, quien llegaría a ser considerado el padre del arte de vanguardia. Y en
1907 se celebra una gran exposición de su obra en el Salón de Otoño de París,
cuya influencia en los jóvenes artistas del momento y en los que les siguieron
será imperecedera.
Y es, precisamente, en
1907, el año del estreno de El Pelícano, de August Srindberg y de la publicación
de La Madre, de Máximo Gorki, cuando contra viento y marea pinta Pablo Picasso
Las Señoritas de Aviñón, quizá la obra más influyente de la pintura del siglo
XX.
1908 es el año en que
se publican obras tan fundamentales como Cantares, de Antonio Machado, y El
Hombre que Fue Jueves, de G. K. Chesterton, y es el año en que el arquitecto
austriaco Adolf Loos publica el manifiesto Ornamento y Delito, que marca a
nivel teórico el inicio del racionalismo en arquitectura.
En 1909 se estrena
Cinco Piezas para Orquesta, de Arnold Schönberg, una obra expresionista en la
que la atonalidad abre el camino al dodecafonismo que el propio autor
desarrollará en años posteriores. Ese mismo año se publica el Manifiesto
Futurista, escrito por Filippo Tommaso Marinetti, el primer manifiesto de un
movimiento artístico de lo que posteriormente se denominó la vanguardia.
El último año de los
aquí elegidos, 1910, es la fecha en la que Vasili Kandinski pinta el primer
cuadro completamente abstracto, abriendo con ello un nuevo camino al arte que
continúa su desarrollo hoy en día.
***
A modo de conclusión
transcribo aquí unas sabias palabras del filósofo Gilles Deleuze:
Las minorías y las
mayorías no se distinguen por el número. Una minoría puede ser más numerosa que
una mayoría. Aquello que define la mayoría es un modelo al que hay que
conformarse: por ejemplo, europeo medio, adulto, varón, habitante de las
ciudades. Mientras que una minoría no tiene modelo, es un devenir, un proceso.
Se puede decir que la mayoría no es nadie. Pero todo el mundo, bajo un aspecto
u otro, es agarrado por un devenir minoritario que lo llevaría a caminos
desconocidos si se decidiera a seguirlo. Cuando una minoría crea modelos es
porque desea volverse mayoritaria, y sin duda es inevitable para su supervivencia
o su salvación (por ejemplo tener un Estado, ser reconocido, imponer sus
derechos). Pero su potencia viene de lo que ella ha sabido crear y que pasará
más o menos por el modelo sin depender de él. El pueblo es siempre una minoría
creadora y lo sigue siendo incluso cuando conquista una mayoría: las dos cosas
pueden coexistir porque no se viven en el mismo plano. Los más grandes artistas
(jamás los artistas populistas) apelan a un pueblo y constatan que "el
pueblo falta".
Poco o mucho
ResponderEliminarTodo o nada
Esencia o (y) batallaes tiempo es lo que la ilusión a la esperanza, soplo de rocío cada mañana.
Mi abraz✳ y mi enhorabuena, estupendo post
Athenea, te agradezco mucho tu felicitación.
ResponderEliminarSeguiremos atentos al soplo de rocío de cada mañana.
Gracias de nuevo y saludos.
Siempre, el tiempo y el espacio.
ResponderEliminarSaludos
Siempre, Eurotopia. Y va siendo hora que desvelemos la parte de mito que poseen.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Interesante tu reflexion y las palabras finales Deleuze, pero cuando este habla de minorias y mayorias a mi me viene a la mente: la masa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Blas, me alegra que te haya resultado interesate.
ResponderEliminarEn cuanto a la masa, sí, ahí está, pudriéndolo todo.
Gracias y saludos.
Es que la "masa"debidamenre insuflada tiene una fuerza explosiva y que debe ser aprovechada en el momento...
ResponderEliminarBella tu pintura!
Saludos
Igoa, me parece que la fuerza de la masa suele ser aprovechada para ir en contra de sus componentes.
ResponderEliminarLa pintura inspira.
Gracias y saludos.
La pintura es un milagro, cinco años de arte dignos de admirar.
ResponderEliminarInteresante lo que nos propones.
Un saludo alfonso
Mira si se hubiera seguido aquí el ejemplo de crear un museo de fotografía como el que citas. Que ahora seríamos considerados en otro arte mas, en vez de nadar tanto entre fotillos de todo a 100, y encima copiandolas.
ResponderEliminarY digo fotos por no citar otras artes donde siempre hemos sido mejores que muchos.
Sí, Aurora, cinco años de milagro creativo. Todavía somos sus herederos.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Uf, Carlos, cómo estábamos en España en aquellos años... De alguna forma nuestro "estar en otro mundo" históricamente pasa factura.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Pienso, quizá me equivoco, que las revoluciones se desarrollan de repente y en poco tiempo, cuando ya está agotado un modelo anterior. Eso debió pasar en esos años de los que tratas en tu post, una revolución en todos los campos del arte con unos nuevos modos que llegaron para quedarse...
ResponderEliminarGracias, Tras, por el saber que siempre llevan tus palabras.
Ayer intenté dejar el comentario y no se quedó, lo intento de nuevo. Besos.
Muchas gracias por insistir, Estrella.
ResponderEliminarAsí creo yo también que ocurre, me parece que no te equivocas. Así ocurrió entonces y esperemos que esté ocurriendo ahora.
Gracias y saludos.