Ir al contenido principal

PAPELES PÓSTUMOS DE "ROJO" (LXVI)


 

 

No he podido, o sabido, encontrar otra forma de hacer pública mi penúltima novela que publicarla por entregas aquí.

Eso voy a hacer en los próximos días, un fragmento por día, en paralelo a mi página de Facebook:

https://www.facebook.com/independiente.trashumante

Su título es:

PAPELES PÓSTUMOS DE “ROJO” (copyright Alfonso Blanco Martín)

 

 (Quien desee tenerla y leerla completa, no tiene más que escribirme a trasindependiente@gmail.com, o por “messenger” en Facebook, y por 10 euros (gastos de envío incluidos) se la imprimiré y se la enviaré dedicada por correo)



***

 

Damián ¿dónde te encuentro? ¿Con quién puedo hablar de ti con la confianza de que no me mire como la separada que no pudo vivir sin su antiguo marido? Que no pese mis palabras, mis afirmaciones, mis tristezas, en la balanza de la mujercita que no sabe lo que quiere, de la enamorada que siempre le perdonó lo imperdonable. De la mujer caduca que buscaba lo que no supo encontrar en su marido y terminó, sin encontrarlo, con él de nuevo. ¿Qué saben de mi vida ni la de Damián? Saben lo de Pavel porque yo no lo oculté, porque tras separarme de Damián salí con hombres posibles que tenían todos los defectos de Damián y no estaban a su altura, así que me dije ¿qué hago con este? E incluso me permití decir que no a Antonio, él si me quería de verdad, pero su apocada vida de divorciado me ponía de los nervios aunque él me ofrecía lo mejor, bien lo supe y lo rechacé, quizá por no empezar de nuevo y sin juventud. Creo que verle subrayaba en mi la sensación de que ya no éramos jóvenes a pesar de que su ilusión por mí lo era o lo parecía, a pesar de que el brillo de sus ojos cuando estaba conmigo lo era, a pesar de que callaba mucho solo por escucharme; aquel hombre, Antonio, que tenía en su casa una biblioteca que había leído entera, una biblioteca de verdad, como la de Damián y mía (más suya que mía) porque yo no podía ni quería saltar como él, sin orden aparente, de la historia a la novela, de la filosofía a la ciencia, del cómic a las matemáticas, del derecho a la economía, de la psicología a la bioética… Parece que los hombres con cabeza querían estar conmigo: Damián, Antonio. Pero yo elegí a Pavel ¿cómo describirlo? Quizá como el hombre que solo fue justo lo que yo deseaba sin ninguna continuidad. Eran detalles lo que me lo convertían en adorable. He pasado con él minutos que recordaré siempre, nunca podré decir horas, temporadas, jornadas maravillosas, pero pequeños momentos de intimidad, roces en el instante justo, una palabra que me halagaba cuando lo necesitaba o esos momentos en que su clara admiración por mí se le venían a la cara y transfiguraban sus ojos azules hacia los que debió tener en la niñez. Un hombre, un hombre niño que quizá a una mujer ya mayor es lo mejor que le puede ocurrir, aunque no dure, como yo sabía sin decírmelo que iba a suceder. Y cuántas sorpresas trajo a mi vida, además de esa falsa seguridad con la que hablaba en la lengua que no era la suya, pero a la que extraía giros que parecían provenir de su niñez, de esa niñez de la que nunca hablaba, como si hubiera nacido aquí y fueran los demás los únicos que percibieran, como en un sueño, un poco locos, su acento extranjero que casi parecía que no proviniera de un lugar lejano de Europa sino de algún lugar aún más alejado.
 
 
(Continuará)

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL OCASO, LA AURORA

  Por muy hermoso que pueda ser un atardecer en Praga, en el Río de la Plata o en el Sahara, el amanecer nos espera como una puerta abierta a cualquier posibilidad que podamos inventar, sirviéndole de alternativa. Su belleza se encuentra en su potencialidad luminosa y en el ofrecimiento que nos hace de seguir caminando, incluso aunque solo sea en círculo. Y nuestro deseo de luz no se produce para que quede iluminado algo que pertenece al pasado, como en la imagen hoy irrepetible, que ha sido aniquilado cumpliendo el afán destructivo que caracteriza hoy las sociedades humanas y que pretende sustituir el afán de renovación que caracteriza nuestros mejores momentos.  ¿Cómo diferenciar la aurora del ocaso? Solo podemos hacerlo gracias a nuestra disposición a vivir o a descansar, a olvidar, a recordar y a renovar la vida en su constante cambio y en su permanencia inestable, la que proporciona esos momentos de felicidad que dan sentido al recorrido circular

COMUNICARSE

Desde que comenzó el año he dedicado parte de mi tiempo a compartir con quien le interese una de mis pasiones, la fotografía, gracias a la existencia de comunidades en la red que permiten hacerlo con personas de cualquier parte del mundo. Está siendo una gran experiencia por lo que supone contemplar lo que produce esa misma pasión en otras personas y lo que sugiere en ellas el producto de la mía. Resultado de esa agradable experiencia es que uno, sin pretenderlo, llega a conocer lo que más gusta a otros de lo que produce. Una curiosa experiencia esta de la comunicación que pone en valor unas fotografías sobre otras y enseña lo que uno es capaz de comunicar aunque no lo pretenda. Dejo aquí algunas de las fotografías que más han gustado y que han hecho que yo aprenda y sepa algo más de lo que somos, queremos, apreciamos y disfrutamos quienes nos decidimos a comunicarnos, en este caso a través de la imagen: Cómo me alegró que esta fotografía, tomada a más de 4300 metros de

EL MAR EN FEMENINO

El mar acepta todo y escupe muchas cosas. En la línea de costa, sobre todo en las playas, se produce el indefinido intercambio entre mar y tierra, entre mundos vitales paralelos que se interpenetran de una forma amable y que parece incluso ordenada. Entre mar y tierra en el Atlántico marroquí pasea la hermosa mujer que se ha separado por un momento de su pareja, como si fuera libre, y parece absorber, cubierta su natural belleza con multitud de telas, el paso del brillo del sol en las aguas atlánticas al brillo del astro en el cielo. En su mirada y en sus delicados andares parece posarse el difuso horizonte marino. Su delicadeza se convierte en pregunta para el fotógrafo viajero. La pregunta habla de su felicidad en libertad y de si es posible ser feliz sin ser libre. Al fotógrafo le gustaría saber si el aparente amor que muestra discretamente hacia el hombre que va con ella no estará demasiado condicionado por lo que simbolizan las telas que la cubren y no permiten aprecia