Ir al contenido principal

PAPELES PÓSTUMOS DE "ROJO" (XVIII)


 

 

No he podido, o sabido, encontrar otra forma de hacer pública mi penúltima novela que publicarla por entregas aquí.

Eso voy a hacer en los próximos días, un fragmento por día, en paralelo a mi página de Facebook:

https://www.facebook.com/independiente.trashumante

Su título es:

PAPELES PÓSTUMOS DE “ROJO” (copyright Alfonso Blanco Martín)

 

 (Quien desee tenerla y leerla completa, no tiene más que escribirme a trasindependiente@gmail.com, o por “messenger” en Facebook, y por 10 euros (gastos de envío incluidos) se la imprimiré y se la enviaré dedicada por correo)

 

***

A Lucía le queda de su pasado que nunca dice “qué”, siempre pregunta o duda con ese “ah” suave e interrogativo que a veces parece esperar una respuesta afirmativa, a veces una repetición y a veces una negativa. Y le queda una forma pausada y cadenciosa del habla que no se reconoce como de “acá” pero que tampoco es de “allá”. Creo que echa de menos aquella mezcla sustancial de dos lenguas que sus conciudadanos utilizan en su país de origen y que es el mejor ejemplo de la realidad de la lengua, de una realidad que nada tiene que ver con las academias ni con gramáticas de ningún tipo y forma. Una lengua de lenguas que se habla sin saber de dónde viene, que apela sin recuerdos a la tradición familiar y a la infancia cumplida, una lengua hecha de retazos de conversaciones oídas, de cariños de madre e interjecciones de padre, sin fronteras, una lengua que no sabe que pertenece a dos, en la que no se busca la palabra adecuada, en la que se encuentra sobre la marcha la expresión que cada quien ni llega a saber lo que desea, una lengua de frases hechas por y para el decir. El decir de quienes hablan sabiendo que su lengua estuvo prohibida, que era la lengua de los indígenas a quienes despreciaban con su ceguera ante ellos, no con su pretensión de sobrepasarlos en dignidad. Una lengua viva y sin normas a la que amar y en la que sentir y pensar, sin fisuras, sin intermediaciones, sin juicios y sin normativa.

En todos estos años ha habido un cambio que veo en forma de campana invertida, acercándose a la forma de una copa. Desde la primera vez que mis manos tocaron su piel, sus formas, todavía vestida (con aquella blusa de colores estridentes y formas orientales que ella suavizaba con sus ojos y su forma de moverse), unas manos independientes de mi voluntad y olvidadas de mi sexo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

CAMINO DEL FIN DEL MUNDO

Camino del desierto marroquí, desde Marrakech, uno espera encontrar cómo el paisaje se va volviendo más seco, más inhabitable, menos verde, más duro. Pero viajar consiste en asumir sorpresas constantes y, una vez más, ese camino no es lo que uno espera aunque sí algo que quizá hubiera deseado. La tremenda presencia de los cercanos montes del Atlas alimentan caudalosos ríos que dan vida a múltiples valles y poblaciones llenos de bullicio y actividad humana que, desde hace milenios, han convertido aquella región en un lugar que transforma la dureza en vida. El camino hacia lo que uno pensaba que sería la nada es un todo atractivo, único, pleno e inolvidable.

MELANCOLÍA

Uno ha disfrutado y estudiado en imágenes las obras de la Antigua Grecia antes de verlas en directo, y esa es una experiencia que le reserva algunas sorpresas, entre ellas aparece la representación de sensaciones que no esperaba, unas más comprensibles que otras, y una de las más comprensibles e inesperadas es la representación de la melancolía en una faceta serena que sorprende y atrae mucho al contemplador que intenta vivir aquellas obras como si fueran algo suyo. Clasicismo, democracia, filosofía, convivencia, origen, ciencia, historia… son algunas de las palabras que con toda naturalidad se aparecen en la mente de quien recrea la Grecia Antigua, pero melancolía… No, no es lo que uno espera aplicar a aquella cultura desaparecida aunque muy viva hoy en los entresijos de los orígenes de nuestro estar en el mundo. Pero, claro, cuando se califica una civilización desaparecida se olvida fácilmente que, en ella, como en todas las civilizaciones y culturas, como en cualquier tiempo

EL COLOR

Los que tenemos la fortuna de ver somos alcanzados por forma y color de una forma inseparable, pero el color tiene una potencia que la forma, con su delimitación aparente,  no llega a disuadir. El color parece apuntar a unas capacidades más allá de la supervivencia, esas capacidades que un día se llamaron espirituales y que hoy se podrían denominar más humanas que económicas. El color no describe, no limita, alimenta la parte que es pura visión, quiere a la sensibilidad y es capaz de negar el tacto. El blanco, la luz pura, es la suma de todos los colores. El negro, la negación de la luz, también lo es. ¿Quién puede desentrañar esa enigmática paradoja? Cada color, cada reflejo del sol o la luna en el agua, cada brillo de la piel del amado o de la amada, cada hoja viva o muerta, cada mancha del animal, cada despertar con su apertura del párpado a la luz, cada molécula visible brillando en las diferentes horas del día o de la noche... Cada partícula de color desentraña la paradoja