No he podido, o sabido, encontrar otra forma de hacer pública mi penúltima novela que publicarla por entregas aquí.
Eso voy a hacer en los próximos días, un fragmento por día, en paralelo a mi página de Facebook:
https://www.facebook.com/independiente.trashumante
Su título es:
PAPELES PÓSTUMOS DE “ROJO” (copyright Alfonso Blanco Martín)
(Quien desee tenerla y leerla completa, no tiene más que escribirme a trasindependiente@gmail.com, o por “messenger” en Facebook, y por 10 euros (gastos de envío incluidos) se la imprimiré y se la enviaré dedicada por correo)
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7
- Hay cosas que recuerdo tan bien, con tanto detalle, que parecen salir de mi interior, ajardinarlo y poder arrancar sus flores para disfrutarlas cuando nacen, y otras, como ocurre en ese mapa de lo que fue mi ciudad, no son más que un hueco en el que no pudiera entrar, una zona tan llena de maleza que no pudiera penetrar, ni siquiera saber si podría recuperarla para ampliar mi jardín, no recuerdo nada aunque recuerde el hueco, el propio hueco es un recuerdo... Y me aferro a él cuando me siento sola, no, cuando me siento perdida, cuando me nace este anhelo sin horizonte, como si la felicidad me evitara, pasara rozándome y evitando penetrarme. Quiero volver a aquella plaza y soy feliz por no vivir allí. El delantal de la Señora Florinda es lo único que me consuela, como si tuviera poderes sanadores. ¡Cómo me gustaría oír su voz, aquel acento extraño y lleno de resonancias que me arrullan!
- Dime algo que me consuele. No, no te preocupes, no voy a insistir, ya te conozco. Es hablar como para mí misma, pero te tengo delante y te lo digo como me lo digo a mí. ¿Salimos? ¿Damos un paseo como cuando nos enamoramos y no teníamos ni que decirlo? Nos besábamos y paseábamos. No te preocupes, no echo nada de menos o... eso creo.
8
Ellos habían pasado los momentos, esos que se suelen llamar los primeros. Los momentos del encuentro, los momentos de la mirada, los momentos en que desaparece el mundo y solo queda el otro, el amor, los momentos en que el mundo es el otro, los momentos en que la piel habla, los momentos en que la risa es nueva, los momentos en que los ojos disculpan. Pero aún les quedan muchos momentos, quién sabe si primeros. En agotarlos estaba su amor, su permanencia.
(Continuará)
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