No he podido, o sabido, encontrar otra forma de hacer pública mi penúltima novela que publicarla por entregas aquí.
Eso voy a hacer en los próximos días, un fragmento por día, en paralelo a mi página de Facebook:
https://www.facebook.com/independiente.trashumante
Su título es:
PAPELES PÓSTUMOS DE “ROJO” (copyright Alfonso Blanco Martín)
(Quien desee tenerla y leerla completa, no tiene más que escribirme a trasindependiente@gmail.com, o por “messenger” en Facebook, y por 10 euros (gastos de envío incluidos) se la imprimiré y se la enviaré dedicada por correo)
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FRAGMENTOS
1
Traza círculos con el dedo en el cenicero inútil, recuerdo de aquel viaje invernal que se convirtió en un referente para nosotros de paz, andadura, deseo satisfecho y curiosidad infinita. Un trocito de invierno en un cenicero tan plano que ni la ceniza hubiera cabido. Cenizas de nuestro pasado llenas de alegría y del ligero peso del recuerdo. Yo lo miro como si pensara, aunque la realidad es sueño, sueño de la permanencia del deseo que quiere escapar de lo perenne, que quiere seguir saltando de posibilidad en posibilidad hasta agotar todas las querencias.
2
Un callejón puede despertar en nosotros el rastro de lo que desconocemos, proporcionarnos un matiz de recuerdo que no habíamos encontrado hasta ese momento en el que se cruzó el lugar que entreabre la puerta de una pasión olvidada aunque viva, como un amor antiguo pero no muerto que, al pensar en él, nos provoca echar de menos unas caricias que creíamos no necesitar.
Tantas calles en el recuerdo y alejadas de él. Pequeños callejones atractivos, algunos llenos de miedo. Avenidas enormes, largas o cortas, que parecen ocultar la existencia de la ciudad que generan a la par que la construyen. Calles con proporciones que alegran, con rumores de personas que aman o chismorrean, o con gritos de vendedores que desearían no representar ese papel. Calles sin ventanas como si fueran ciegas, calles torcidas en muchos sentidos, en su pavimento, en sus paredes, en su falta de aceras, en su trazado, en su utilización infrahumana. Calles aparentes, trazadas y faltas de edificios. Calles rotundas o frías. Avenidas cálidas ¿es posible? Todas parecen urbanizar el cerebro de quien las ha recorrido, de quien ha sentido el placer de descubrirlas para sí mismo, para sus amores o acompañantes, pero que se superponen y provocan el olvido de los recorridos posibles, de cómo llegar desde el dolor al amor, desde la confianza a la sinceridad, desde el arrullo a la entereza afirmativa.
(Continuará)
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